Cuando vamos a los colegios e institutos a dar a conocer las bonanzas de las ingenierías, suele ser bastante recurrente responder a preguntas del tipo “¿qué es la ingeniería?”, “¿qué hay que estudiar para ser ingeniero/a?”, “¿qué cualidades son esperables en este tipo de profesionales?”, “¿son difíciles?”. Lo primero que se me ocurre es buscar en la Real Academia de la Lengua Española (RAE), a ver si nos aclaramos. Según la RAE, la ingeniería es el “conjunto de conocimientos y técnicas científicas y empíricas aplicadas a la invención, el diseño, el desarrollo, la construcción, el mantenimiento y el perfeccionamiento de tecnologías, estructuras, máquinas, herramientas, sistemas, materiales y procesos para la resolución de problemas prácticos”. Viendo esta definición, encuentro normal que provoque cierto rechazo. Es algo muy largo de recordar, que implica muchas cosas a la vez y que, queriendo contentar a todos los colectivos que pertenecen a las ingenierías, acaba siendo algo poco aclaratorio. Al menos hay una palabra muy acertada, que es la de la “aplicación”. Si hay algo que es una ingeniería es eso: aplicación. “Aplicar” ya lleva intrínsecas las acciones de “inventar, diseñar, desarrollar, construir, mantener y perfeccionar u optimizar”. Al fin y al cabo, una vez que se consigue aplicar algo en algún ámbito, ya llega a dicho ámbito con todos estos procesos previos ya solventados. Por tanto, se trata de la aplicación del conocimiento científico para solucionar problemas. ¿Y qué problemas? Pues no hay más que dar un repaso: necesitamos hablar y relacionarnos con nuestras amistades y familia, estén donde estén, cuando y como sea. Necesitamos desplazarnos por el mundo, bien sea para viajar o para conocer nuevos territorios, y además nos da igual si es por tierra, mar o aire. Necesitamos vivir en sitios que nos proporcionen seguridad, pero que a la vez nos permitan tener todas las comodidades de las que podamos disponer (electrodomésticos, muebles, casas inteligentes,…). Necesitamos automatizar procesos, sean peligrosos o no, porque son tareas repetitivas que podrían suponer un ahorro en costes en las empresas y un aumento de la productividad. Necesitamos de materiales cada vez más “a la carta”, para optimizar sus prestaciones y que nos sirvan en nuestro día a día… Y probablemente podríamos seguir escribiendo una serie de frases donde aparezca la palabra “necesitamos” y alguna necesidad real existente en la sociedad. Y es que, en realidad, si vamos al meollo del asunto, se trata de solucionar problemas que vienen demandados por la sociedad para seguir progresando. En definitiva, que no sería descabellado definir una ingeniería como la “aplicación del conocimiento científico para solucionar problemas planteados por necesidades sociales”. A partir de aquí, ya se pueden ir definiendo las diferentes ingenierías (NOTA: salvo en caminos, canales y puertos, el resto de fotos están extraídas de los folletos que hemos preparado en la UPNA): En cuanto a la pregunta de qué hay que estudiar para ser ingeniera/o, hay que tener en cuenta que el tronco común de estas disciplinas está formado por las disciplinas científico-tecnológicas, que son las matemáticas y la física. Tras ello luego puede haber otro tipo de requerimientos. Por ejemplo, para biomédica sería necesario alguna noción de biología y/o (bio)química. Para las carreras de las ramas industriales y/o caminos, canales y puertos no es necesario, pero sí recomendable, tener alguna noción de dibujo. Para las carreras TIC, tipo telecomunicaciones o informática, no es necesario tener estos requisitos extra, al igual que con eléctrica y electrónica.
Estas disciplinas, si bien antes se consideraba que eran difíciles, ahora no lo vamos a negar: también lo son. Cada ingeniería, con sus peculiaridades, es difícil a su manera. Nadie egresado/a podrá negar que no lo ha pasado mal en ocasiones al enfrentarse a determinadas asignaturas, sea en la ingeniería que sea. Pero a diferencia de lo que se piensa, no es difícil por las asignaturas en sí o por la dureza de las clases. Ser ingeniera/o requiere de un cambio de mentalidad muy fuerte respecto a lo que venimos pensando desde los cursos pre-universitarios, y que tarda en asumirse, al menos, un curso, pero que se prolonga a lo largo de toda la estancia en la universidad. Las asignaturas propias de cada ingeniería persiguen el mismo objetivo: ser capaces de tomar un problema, analizarlo en detalle, visualizar todas las posibles soluciones y quedarnos con la aparentemente más óptima. Normalmente esto no va a ir a la primera, así que habrá que seguir dando vueltas, puliendo bien la idea, para que finalmente la solución a la que lleguemos sea un tándem entre el problema a solucionar y lo que tecnológicamente es posible hacer. Y esto es algo que no es directo, que requiere una continuidad de análisis y que, además, no es definitivo, sino que podría plantearse de maneras diferentes, cada una con sus pros y sus contras, y acabaría dando solución igualmente. Pero es que además, al día siguiente de finalizar nuestro proyecto, sale una nueva tecnología que permite hacer lo que hemos planteado de manera más eficiente, y hay que saber adaptar nuestra idea a esta nueva tecnología, porque es lo que todo el mundo va a comprar. Esto que estoy contando y que se resume en la palabra “abstracción”, es el mayor de nuestros desafíos con los/as estudiantes. Únicamente al final de los estudios es cuando conseguimos esta mentalidad y esta manera de pensar que, indiscutiblemente, moldea la personalidad de la gente. Hasta tal punto que sí que es necesario tener una serie de cualidades intrínsecas en nuestra personalidad para llegar a trabajar en ingeniería. Bajo mi punto de vista, como profesor de ingeniería, las más importantes son: 1. Ser una persona curiosa e innovadora. 2. Tener ambición y mentalidad positiva. 3. Poseer capacidad de abstracción. 4. Tratar siempre de mejorar lo que ya existe. 5. Poseer un pensamiento autocrítico sobre nuestras acciones. 6. Tener visión de futuro y capacidad de adaptabilidad ante situaciones adversas. 7. Tener vocación de servicio para mejorar la calidad de vida de la gente. Con estas 7 claves, y gustando las disciplinas científico-tecnológicas o de ciencias básicas y de la salud (el lenguaje científico es el mismo para todas las ciencias), animo a quien se lo esté planteando a darse la oportunidad de cursar este tipo de carreras. El esfuerzo merecerá la pena y probablemente acabe trabajando en algo que forme parte de una solución ante una demanda social, sea en la disciplina que sea.
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Tras un curso intenso donde, de nuevo, la carga docente e investigadora ha hecho que esté únicamente activo vía redes sociales, vuelvo a retomar estas “telekxiones”, mientras el tiempo me lo permita. Tercer curso como profesor ayudante doctor en la Universidad Pública de Navarra (UPNA). Y siempre hay alguna novedad…
El curso comenzó con un mes de septiembre más bien tranquilo, si bien la última semana asistí, con un compañero, al congreso XXVI Optical Fibre Sensors Conference, que se celebró en la École Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL) de Lausana, en Suiza. Se trata de una de las entidades mejor financiadas de Europa, con un presupuesto anual de, según nos contaron, 1 G€ (ahí es ná). Normal que, con semejante inversión en I+D, Suiza sea uno de los países más desarrollados del continente Europeo. En alguna entrada posterior comentaré algo relacionado con este congreso, puesto que es del que más provecho saca nuestro grupo de investigación en términos de uso de la fibra óptica como plataforma sensora. A partir de aquí, anulación total de la actividad investigadora: 4 grupos de prácticas en dos asignaturas similares de los grados en Tecnologías Industriales e Ingeniería Eléctrica y Electrónica, responsabilidad y teoría de mi joya “Biosensores y Nanotecnología”, del Máster en Ingeniería Biomédica y también 1 h/s del Máster en Ingeniería de Telecomunicación con diferentes tecnologías de sensores e imagen médica. A esto le sumamos las reuniones periódicas que mantuvimos para rehacer la asignatura “Fundamentos de Electrónica” (FE) de los grados en ingenierías en telecomunicación, biomédica e informática. La saturación docente del primer semestre fue lo suficientemente alta como para no pensar en más cosas. El segundo semestre pintaba más relajado, pero tras la elección del nuevo director de departamento, dejó de serlo al asumir la responsabilidad de una nueva asignatura que él dejaba en el grado de industriales. A ello le siguió estar al tanto de la docencia y, sobre todo, de la parte práctica de la asignatura FE anteriormente mencionada. En ambas, y a tenor de las encuestas docentes, no hubo muchos problemas. Pero de nuevo, siempre quedan cosas por perfilar y en ello se me fue la mitad del semestre. Por último, a finales de semestre nos informaron de que nuestro departamento dará una asignatura en el nuevo Grado en Medicina de la UPNA: “Biofísica y Bioingeniería”, para lo cual se nos llamó a un grupo de profesores para sentar las bases de la asignatura. Se trata de una oportunidad de oro que debemos saber aprovechar, ya que será la manera de que podamos introducir a los médicos en el ámbito de la ingeniería. No es baladí la cosa… No es la primera vez que alguien del ámbito clínico pregunta acerca de aspectos relacionados con la instrumentación biomédica que manejan a diario. Poder transmitirles esta terminología y cómo la ingeniería ve al cuerpo humano será, seguro, un aspecto diferenciador, ya que nuestras conversaciones serán cada vez más fluidas. En definitiva, que no pude comenzar a completar los objetivos de investigación que tenía planteados a comienzos de curso hasta la primera mitad de abril. Por fortuna, de las 4 contribuciones que tenía planteado enviar, enviamos 3, de momento se han aceptado 2 (I y II), 1 está en revisión y la última espero poderla enviar a revisar en agosto. Esperemos que podamos continuar con la racha. Normalmente me suele ocurrir que en los años impares es cuando aumento la productividad científica. Me da igual que siga siendo así, pero que siga siendo… No obstante, y a pesar de la pesadez que supone redactar resultados de investigación, sigue siendo mi actividad preferida dentro de la universidad. Y más aún cuando veo que, poco a poco, lo voy encaminando hacia cosas que me gustaría explorar en el futuro, como las aplicaciones biomédicas de la fibra óptica. Por otro lado, en el segundo semestre también tuvimos que elegir nuevo equipo rectoral. Bajo mi punto de vista, se ha renovado con gran acierto, si bien aún tengo mis reticencias con determinados miembros del equipo. No ha ido muy bien del todo en la pasada legislatura con algún que otro vicerrectorado y considero que es necesario un mayor semblante negociador. Veremos qué tal va durante los próximos 4 años. En líneas generales, creo que la cosa ha ido bien, tanto en docencia como en investigación. Ahora, ya inmerso en las vacaciones, las cosas se ven desde otra perspectiva. Respecto al próximo curso… Ya hablaremos más adelante ;) Gracias a quienes habéis compartido este curso conmigo. Creo que formamos buenos equipos docentes e investigadores, y que la labor que estamos realizando se nos será reconocida más pronto que tarde. |
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