Para quienes hayáis visto estas dos películas, probablemente enfrentarlas sea una aberración. No obstante, puesto que el mundo es libre (o al menos esa es la teoría), me atrevo a hacerlo y os cuento mis impresiones sobre ambas. Empezamos por la más famosa: Interstellar. Se trata de un thriller de 3 horas de duración. Ante la inminente destrucción de la Tierra, un grupo de exploradores de la NASA decide que hay que intentar transportar a la humanidad a un nuevo planeta y para ello decide crear una misión que confirme que lo obtenido de misiones de exploración anteriores en otra galaxia es correcto, para así poder comenzar el proceso. En el reparto hay figuras del cine actual conocidas como Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Matt Damon o Michael Caine, entre otros. Por su parte, Synchronicity narra la historia de un equipo de físicos que intenta crear una máquina de doblaje del espacio – tiempo. Tras el primer intento, aparece una flor que consideran necesario saber de dónde viene. Sin embargo, esta flor parece provenir de un encuentro que el protagonista ha mantenido con una mujer que parece no ser muy de fiar y que, de hecho, ella parece tratar de aprovechar para sonsacarle el secreto de las investigaciones que están realizando. Se crea, entonces, una trama, en la que el científico protagonista trata de averiguar el porqué de esta coincidencia con la flor y si realmente esta mujer es quien dice ser. La película dura poco más de hora y cuarenta minutos y está protagonizada por Chad McKnight, Brianne Davis y Michael Ironside, como actores más conocidos. Para quienes no hayáis visto las películas no haré mucho más spoiler, pero ambas se basan en los postulados de la teoría de la relatividad, formulada por Albert Einstein a comienzos del siglo pasado. Ambas películas me han llamado la atención por la adecuada divulgación que, bajo mi punto de vista, realizan sobre los postulados de esta teoría. Bien es verdad que la primera de ellas lo hace bastante mejor que la segunda, dado que se trataba de la (posiblemente) primera película que trataba ciencia en serio usando la ciencia ficción para atraer al gran público. Sin embargo, Synchronicity lo hace de manera más generalista y cercano a situaciones más reales y creo que se entiende bien lo que se pretende conseguir. No me voy a poner muy físico a la hora de hablar de ello, puesto que, a pesar de que es algo que me interesa, reconozco que escapa a todo el rigor científico que yo pueda aportar. Pero reconozco que, gracias a estas dos películas, me he hecho una idea generalizada de lo que implican estas teorías, y he pensado que podrían serviros si tenéis cierto interés en ver de qué va la cosa. La profundidad de ambas películas consiste en el hecho de intentar describir los agujeros de gusano, los agujeros negros, la gravedad y la distorsión espacio-temporal, los viajes en el tiempo (pasado y futuro) y demás cuestiones que, al común de los mortales, se nos van de las manos, pero que es necesario que se sepa. Más que nada por si en algún momento nos toca irnos de la Tierra, que sepamos lo que podemos encontrarnos… Para más información, por supuesto, os recomiendo que las veáis 100%. No obstante, he aquí los trailers.
0 Comentarios
A lo largo del verano es normal y, de hecho, saludable, que tomemos el sol con cierta frecuencia. Es beneficioso para nuestra salud, ya que activa los mecanismos de numerosas reacciones físicas y químicas en el interior de nuestro organismo. Por ejemplo, entre otras funciones, mejora la capacidad de renovación de la piel y la circulación sanguínea. Mejora y acelera la cicatrización de las lesiones. Es bueno para la síntesis de vitamina D, lo cual es fundamental para la mineralización de los huesos y de los dientes. Ayuda a prevenir y controlar el acné, así como a aumentar las defensas del organismo. También es bueno para metabolizar el colesterol y disminuir su valor en sangre. Regula la producción de melatonina (la hormona del sueño), lo que ayuda a sentirse más despierto. Y en general, es un beneficio para nuestro estado de ánimo, ya que promueve la síntesis de la serotonina, una sustancia relacionada con el bienestar. En concreto, no es que el sol haga, por sí sólo, todas estas cosas, sino que los rayos ultravioleta que envía son los responsables de provocar reacciones físico-químicas que, a su vez, desencadenan todos estos procesos. La cuestión es: ¿cómo es esto posible? La respuesta es: por la interacción de los rayos de luz con la materia a escala molecular y atómica. Y es que los rayos UV del sol tienen la peculiaridad de que pueden chocar contra los átomos y moléculas que forman las estructuras de nuestro organismo y desencadenar determinados procesos. Para lo que nos atañe, buscamos el efecto de “ponerse moreno”. En realidad, broncearse es una respuesta defensiva de nuestro organismo ante el exceso de rayos UV-A (longitud de onda de 380-315 nm) que llegan a nuestra piel. Dichos rayos provocan la síntesis de melanina, un pigmento natural que filtra los rayos UV-A y que otorga una tonalidad marronácea a la piel. En este sentido, las personas de piel morena o, directamente, negra, poseen mucha más cantidad de melanina que las de piel blanca, y es por ello que su protección natural frente al sol es mayor. Sin embargo, una exposición prolongada al sol puede hacer que entre en acción el efecto de los rayos UV-B (315-280 nm) e incluso UV-C y más allá (280-100 nm) que, a diferencia de los UV-A, no sólo pueden broncear o quemar ligeramente la piel, sino que son radiaciones ionizantes y, por tanto, su efecto es acumulativo. El tamaño de dichas longitudes de onda es del orden de las moléculas e incluso de los átomos sobre los que inciden, con lo que poseen la energía necesaria para expulsar electrones de los átomos (ionizar), deshacer enlaces y, en definitiva, romper moléculas, ADN, tejidos, etc, que pueden acabar por desencadenar un proceso tumoral con el paso del tiempo y la alta exposición. No en vano, los melanomas, la piel marrón acartonada de determinadas personas y muchas de las variedades de cáncer de piel son consecuencia directa de la alta exposición al sol o a los rayos UV de manera continuada. Por tanto, si bien es cierto que es bueno tomar el sol, como siempre y, como con todo, ¡¡SIN EXCESOS Y CON PROTECCIÓN!! Esta entrada viene a cuento de un vídeo que he visto recientemente actualizando las asignaturas “Instrumentación Biomédica” del Máster en Telecomunicaciones e “Instrumentación Biomédica (II)” del Máster en Ingeniería Biomédica de la UPNA, y que os comparto al final. El video se grabó en 2014 y se titula “How the sun sees you”. En él, el artista inglés Thomas Leveritt nos muestra los rostros de personas de diferentes edades usando una cámara UV. Para ello, o bien la lente de la cámara está diseñada para filtrar la luz visible y únicamente ver en el rango UV, o bien simplemente se le ha acoplado un filtro UV a una cámara convencional. Se ve algo parecido a como verían las abejas, pero en escala de grises. El vídeo me llamó la atención porque muestra perfectamente el efecto de los rayos UV en la piel a medida que el tiempo pasa. Los bebés, así como las personas de piel oscura, apenas presentan efectos de luz UV. Por el contrario, las pieles más claras están todas llenas de pecas y más cuanto más nórdica es la nacionalidad. Estas pecas no son visibles a simple vista, como le ocurre a la chica de las partes inicial y final del vídeo, pero son perfectamente visibles en el rango UV y pueden, con el paso del tiempo, llegar a ser visibles a simple vista, si no se toman las precauciones adecuadas o si la piel es propensa a mostrar pecas, como le ocurre a los pelirrojos. Es por ello que la segunda parte del vídeo es “oye, ponte ahora gafas o crema de sol en la cara y a ver qué vemos”. ¿Qué creéis que se ve? Os dejo el intríngulis para que lo veáis. Es espectacular. A veces, a la hora de concienciarse sobre estas cosas, una buena imagen vale más que mil palabras… El próximo curso 2019-2020 incorporaré una nueva asignatura a mi plan docente: "Instrumentación biomédica (II): Imagen médica y aplicaciones terapéuticas de la radiación", del Máster en Ingeniería Biomédica de la UPNA. Se trata de una ampliación de una parte de "Instrumentación Biomédica", asignatura que ya doy en el Máster en Telecomunicaciones y que heredo de mi compañero Joaquín Sevilla, de la UPNA. Como suele ocurrir en este tipo de casos, lo que servía para una asignatura puede servir como base para otra. Sin embargo, el hecho de que en telecos sean sólo 18 horas y aquí 45 (4,5 ECTS) da respeto. No porque no pueda darse en el tiempo establecido. De hecho, se puede dar bastante más de lo que se puede abarcar con 18 horas. La cuestión es que hay que darlo de la mejor manera posible y sin saturar de información al personal. Me explico. Cada semana tendremos una sesión de 2 horas los martes y otra de 1 hora los viernes. Podríamos dar teoría todas las semanas y acabar con bien de información sobre cómo usamos la radiación para diagnosticar y curar al personal. La asignatura trata muchos temas (radiografías, escáneres, medicina nuclear, gammagrafía, SPECT, PET, resonancia, ecografía y seguridad radioeléctrica), y podríamos dividirlo todo para dar buenas parrafadas de cada tema. No parece lo más adecuado, ni para el docente ni para el alumnado. Sobre todo teniendo un perfil tan heterogéneo como el que nos entra en el máster… Y que no se trata de dar una parrafada porque sí. Surge la necesidad, además, de plantear unas prácticas, ya que dar todo en clase se hace demasiado virtual, y sin embargo estos equipos son muy reales. Teniendo en cuenta que hay compañer@s que ya dedican una asignatura a procesar imágenes médicas y puesto que se trata de una asignatura de instrumentación, no tiene sentido procesar imágenes a pelo. Aquí tenemos que ver los equipos por dentro, para ver cómo funcionan. Pero pequeño detalle: la parte gruesa del curso está relacionada con radiografías y medicina nuclear, o sea: radiación pura y dura. O bien nos sometemos a altas dosis de radiación para comprobar el funcionamiento de estos equipos (va a ser que no), o los diseñamos en clase (no hay tiempo para diseñar semejantes mastodontes desde cero. Ojalá…), o mostramos equipos que las multinacionales no están dispuestas a donar (de nuevo, ojalá tuviéramos esa suerte)... Por cuestiones logísticas y presupuestarias, normalmente las "prácticas" de esta materia suelen consistir en visitar las instalaciones de los centros hospitalarios donde están ubicadas. En este sentido, prepararemos unas 2-3 sesiones con médicos para que los estudiantes vean estos equipos que, de otra manera, no podrían verse. Estamos tratando con alta tecnología y radiación. Ese es el precio a pagar por echar un vistazo a equipos caros y peligrosos. Y que podamos seguir viéndolos… El resto de clases semanales las plantearé como teoría en las 2 horas seguidas y aspectos interesantes en las de 1 h. Realmente, 1 hora no da para mucho. En realidad son 50 minutos y, siendo en viernes, además, lo suyo es adaptar el temario para enfatizar aspectos que pueden ser cruciales de lo visto en las sesiones de 2 horas. Por otro lado, las fiestas del primer semestre caen, en su mayoría, en viernes, con lo que es prácticamente imposible usar el viernes para avanzar en teoría. Así que las clases de los viernes serán para que el alumnado se practique en los conocimientos de la asignatura y para trabajar en común, analizando ejercicios, publicaciones y catálogos de fabricantes. Como consecuencia, alrededor de un tercio de la asignatura se dedicará a trabajo dinámico con el alumnado. Total, que tampoco es mucho más lo que la asignatura se puede aumentar respecto a lo que se da en el máster en telecomunicaciones. Alguna sesión que se explique con un poco más de énfasis y un poco más de profundización en el funcionamiento de los equipos de imagen médica y terapia. En cuanto a la evaluación, plantearemos exámenes, ejercicios y trabajo final. Del tercio de clases que demos de 1h de duración, posiblemente saquemos algo para hacer en casa y entregar. En el trabajo forzaremos la máquina. Se trata de un máster y, por tanto, pediremos una puesta a punto en las tecnologías de imagen y terapia con radiación más punteras del mercado. Lo suyo será que el alumnado muestre qué es lo último que se está haciendo en instrumentación para mejorar la calidad de imagen de las tecnologías de diagnóstico, así como las mejoras en el uso de la radiación en el ámbito de la terapia. Por ejemplo, la protonterapia, la resonancia de 7T, la mejora de la sensibilidad en los PETs, la reducción de dosis radiactiva en los pacientes, etc. Y finalmente, la parte de exámenes, obligatoria en cualquier asignatura. Para la correcta comprensión de la asignatura es necesario que el alumnado comprenda perfectamente qué son las radiaciones ionizantes y cómo nos basamos en ellas para realizar los estudios médicos correspondientes. Es por ello que habrá un primer examen en el que demostrarán que han conseguido la destreza suficiente como para hablar sin errores sobre este tipo de aspectos. Tras ello, vendrán dos evaluaciones más, de carácter liberatorio (también hay que facilitar un poco las cosas en algún momento), donde se demostrarán los conocimientos adquiridos en los diferentes temas tratados. Probablemente haya uno de imagen y terapia con radiaciones ionizantes (rayos X, escáners, medicina nuclear y radioterapia) y otro sin ellas (resonancia, ecografía y seguridad radioeléctrica). A continuación, os paso un carrusel de imágenes chulas que he ido encontrando al actualizar la asignatura. La verdad es que es una auténtica pasada todo lo que se puede hacer a día de hoy con las tecnologías de imagen médica. Gracias al trabajo conjunto de clínica e ingeniería, para ayudar a cuidar a las personas. Siempre que vamos de vacaciones, trato de llegar a un pacto: visitamos todas las estancias que haga falta, vamos a la playa o nos damos un baño siempre que haya oportunidad, etc, etc. PERO… Al menos, hay que subir un monte. Pero no cualquier monte. No puede ser una cuestilla de nada. Tampoco es necesario que sea un Everest. Símplemente se trata de plantearse un reto con unas ciertas características: 1. Tiene que tener una cierta dificultad, como un buen rato subiendo, o buenas pendientes… El caso es subir un poco las pulsaciones. 2. Tiene que ser un monte relativamente conocido o, al menos, popular, de la zona. 3. Se trata de un día de esfuerzo, o sea que hay que equiparse como si fuéramos a hacer senderismo, con bocatas y bebida para aguantar las horas que sea entre la subida y la bajada. 4. No hay excusas: hay que subirlo sí o sí y luego volver al punto de partida o hacer un recorrido que nos permita volver a la zona donde estamos o al coche para luego volver a casa. 5. Obligatorio llegar arriba y lanzar un grito, oxigenar los pulmones y disfrutar de las vistas y de la hazaña. 6. Siempre con mentalidad positiva durante la subida. No hay dolor. No hay sufrimiento. Todo se hace por una buena causa. Las jornadas de senderismo son algo que me viene de familia y que, además, tuve oportunidad de disfrutar en mi breve etapa como scout, años ha. Por supuesto disfruto de la naturaleza, pero el objetivo principal de estas empresas que llevamos a cabo de vez en cuando es siempre el mismo: conseguir retos, aumentar la autoestima, dosificar los esfuerzos para ello, mantenerse constante en el trabajo a pesar de las dificultades. Y asegurarse de que, se llegue en buenas condiciones o no, o si no se llega, da igual, el caso es trabajar la idea de la autosuperación y la mentalidad positiva. Algo que viene luego muy bien en las épocas de mayor estrés, tanto en la vida como en el trabajo. Y bueno, de momento, ahí vamos. En estos últimos años ha habido alguna que otra subida con estas características: Gorbea (Álava), Higa de Monreal (Navarra), La Torre (Portugal continental), Roque Nublo (Gran Canaria), Teide (Tenerife), Puig Mayor (Mallorca), La Marmora (Cerdeña)… Este año tocó subir a la Bola del Mundo, entre las provincias de Segovia y Madrid, en la sierra de Guadarrama. Se trata de una extensión del alto de Navacerrada, a la que la Vuelta Ciclista a España ha llegado en un par de ocasiones y que es ciertamente temible para los ciclistas por sus pendientes. No es para menos. Las rampas iniciales y finales son durillas a pie, y se mantienen suaves, pero bastante tendidas a lo largo del recorrido. En total, creo que la subida no llega a la hora a un ritmo normal. Creo que fue un buen reto para este año. Además, la recompensa no estaba nada mal: un buen bocadillo de tomate triturado con chorizo y queso de Ávila, que hizo las delicias de nuestros estómagos. Además, cogimos un buen tono de moreno montañés y a la bajada nos tomamos una cocacola, que cayó como hacía tiempo que no la había probado. Pequeños vicios que nos permitimos en este tipo de situaciones, mientras el cuerpo lo permita. Y finalmente, como no podía ser de otra manera, había que conseguir alguna delicatessen tecnológica. Pues bien, os paso las fotos de las 3 antenas de radiocomunicaciones que tenemos en lo alto de la Bola del Mundo. Son como los típicos repetidores que tenemos en nuestros montes más cercanos para transmitir radio, televisión y telefonía a su alrededor. Dada la altura de la montaña, en torno a los 2250m, somos capaces de enviar y recibir señales a bastantes kilómetros a la redonda. Especialmente curiosos son los radomos (protecciones) de las 3 antenas principales, cuyo diseño recuerda al de los cohetes. Estos diseños permiten a las antenas soportar las condiciones ambientales adversas que pueden darse, sobre todo en el otoño e invierno, permitiendo así la correcta recepción de las señales. De vacaciones y echando vistazo a las antenas de los montes… Queramos o no, la cabra tira pa’l monte, y nunca mejor dicho. Y qué mejor que llegando hacia la cima de un monte con unas antenas chulas arriba del todo. ¿Querrá esto decir que las telecomunicaciones están siempre en lo más alto? 😉
|
Sígueme en:
Categorías
Todos
Archivos
Septiembre 2019
|