Esta semana os traigo una entrada diferente, pero que explica el porqué de todo lo que hago/hacemos los científicos. Viene a raíz de visualizar los siguientes vídeos (I y II) de los científicos y divulgadores Javier Santaolalla y Eduardo Sáenz de Cabezón, que se dieron a conocer a través del concurso de monólogos científicos Famelab y que han estado cruzando todo el país en una furgoneta con “The Big Van Theory” para transmitir lo que hacen a la sociedad de una manera amena y divertida. Y es que el arte, la literatura, la poesía, la arquitectura de las edificaciones con el paso de los tiempos… Son ejemplos de cosas bellas y que se asocian con el mundo de la creatividad, la cultura, las letras incluso, si me lo permitís… Es fácil asociar las letras y las artes a lo bello, con independencia de nuestros gustos. Bueno, pues en ciencia también existe esta belleza y esa generación de emociones. Recuerdo cuando presentamos el libro “Destellos de Luz”. En un momento dado de la presentación y, probablemente, fruto de la tensión de los días pasados, cuando después de las píldoras científicas pasamos a ver lo inmenso del Universo (a cargo del Planetario de Pamplona), no pude evitar emocionarme. Por supuesto por todo lo vivido hasta entonces, que al final por algún lado tenía que salir. Pero también porque lo hicimos muy bonito. Conseguimos abstraernos de nuestro día a día y transmitir a la gente lo que hacíamos con pasión. Y yo creo que la gente salió de la sala del planetario queriendo un poco más la ciencia. Haciéndola suya. Lástima que no hubiera un vídeo, en aquel momento, de la presentación. Pero os podemos asegurar que fue mágico. Y es que sí, la ciencia, la tecnología tienen cosas bonitas y artísticas. Pero es diferente. No es algo que veas a simple vista, como puede ser un cuadro, una construcción, un decorado hecho a conciencia o una escultura, así sea de arena, en la playa. Es una belleza más progresiva y práctica. Es el resultado de semanas, meses, años… de esfuerzo, plasmados en un momento que ves que todo lo que has hecho para llegar al objetivo se cumple. Una sensación muy similar a cuando de enanos sacábamos un 10 en un examen, o cuando te llegaba tu primer ratoncito Pérez o un regalo muy esperado en Reyes. ![]() Durante la tesis recuerdo que el mejor momento era cuando, después de estar días y días trabajando sin que saliera algo 100% bien, de repente se juntaban todos los astros y salía. Y volvía a salir. Y se repetía. Habíamos dado con la clave. Habíamos hecho un buen trabajo. Un auténtico EUREKA!! Y probablemente eso daría para una nueva publicación de la que sentirnos orgullosos. Y así era artículo tras artículo. Siempre pidiendo más y yendo a por el siguiente objetivo. Con ambición. Con curiosidad. Hoy en día, al haber pasado a la docencia, la sensación es diferente, pero la alegría es muy similar, ya que más tarde o más temprano, nuestro alumnado consigue realizar lo que les proponemos y con creces. Y más si consiguen publicar, porque así ven que su trabajo tiene recompensa.
Uno de ellos podría haber sido, tranquilamente, el comprender las ecuaciones de Maxwell en 4º de carrera, y todo el trabajo de los grandes científicos del electromagnetismo y cómo, desde entonces, hemos sido capaces de conseguir la radio, la televisión, los móviles… Es un sentimiento de trabajo bien hecho. De reconocer que con los años la ciencia ha avanzado y que gracias a aquellos que predijeron lo que pasaba, ahora somos capaces de hacer cosas grandes y que estas cosas pueden dar lugar a descubrimientos futuros que nos permitan seguir evolucionando como personas y como especie. Insisto: no es algo visual en lo que poder quedarte embelesado mirando todo el rato lo bonito que es. Se trata de algo interior. Cada quien en su foro interno, pero que te hace estar muy a gusto con la sensación de que estás continuando con el legado de un buen trabajo y que tratas de hacer lo mismo con lo que tienes entre manos. Y si no, pensadlo por un momento. En la época de Faraday, Lenz, Maxwell y compañía… No había más que, o bien telégrafos, o unas pocas líneas telefónicas por el campo o incluso nada, y por ello había que mandarse los mensajes por correo o viajando cada quien por su cuenta. El descubrimiento de las leyes del electromagnetismo propició el que hoy podamos conversar a miles de kilómetros de distancia, o que, a pesar de ella, podamos vernos en una pantalla de un teléfono como si estuviéramos al lado. Para mí esto es muy bonito y demuestra que también se puede aplicar este tipo de calificativos a la ciencia, cuando se descubren cosas. Y si no, mirad las imágenes que os muestro en el siguiente carrusel. No me digáis que, sabiendo un poco de ciencia, no es incluso más bonito de lo que parece a simple vista. La ciencia es bella, ¡creedme! Tan sólo hay que practicarla más a menudo, transmitirla a nuestros menores y darse tiempo para asimilarla. Lo demás es curiosear, experimentar y sacar conclusiones para seguir dando pasos. Quienes mantengáis vivo ese espíritu con el tiempo, por favor, intentad seguir adict@s a esa sensación.
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Septiembre 2019
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