Tercer curso escolar ya, como Ayudante Doctor en la Universidad Pública de Navarra.
Cada vez el tiempo pasa más rápido. Hasta hace poco, había vuelto de vacaciones y costaba arrancar las primeras jornadas de trabajo allá por la tercera semana de julio. Desde entonces, un mes para ir preparando un par de artículos y actualizando los apuntes de las asignaturas que voy a impartir este curso. Me impuse la norma de únicamente acudir de mañanas, ya que bastantes jornadas partidas y horas extra hacemos durante el curso como para encima seguir con ese ritmo en verano. Aunque, como siempre, esta profesión requiere un poco más de tí y acabas haciendo alguna horilla de más por las tardes en casa… Casi sin comerlo ni beberlo, me planté en la tercera semana de agosto. Segunda parada por vacaciones para una breve desconexión del día a día. Pero afortunadamente, lo conseguí. Desde entonces, un sin parar. Tan sólo el primer lunes, nada más llegar al puesto de trabajo, 10 correos de los importantes. La carga de trabajo crece exponencialmente: Comienzan las gestiones para los planes docentes, los consejos de departamento, las reuniones de investigación de grupo. Se reactivan todos los chats de colaboraciones. Las clases se llenan de estudiantes. En algunos casos, tanto, que sobrepasan el límite máximo y tienen que desdoblarse los grupos de prácticas. Si ocurre esto, tienes que duplicar tu presencia en la universidad. A todo esto, siempre hay un reto académico que te planteas, para mejorar tus posibilidades de cara al futuro. Este año tocaría alcanzar el mínimo de horas de docencia y el mínimo de publicaciones para conseguir una acreditación superior, así como alcanzar un nivel más en idiomas. No da lugar a bajar el ritmo, pero también hay que vivir… Intentaremos hacerlo lo mejor posible. Después de esto, que es lo que te da de comer, toca buscar tiempo para ti y l@s tuy@s. Comida, aficiones y deporte. A lo primero, no queda otra que dedicarle tiempo, porque si no, no te da para nada de todo lo demás. A lo segundo y tercero, tratas de no dejarlo de lado, porque si no acabas eliminándolo. Y en ocasiones, acabas eliminándolo. Porque, a veces, la cabeza acaba tan saturada que seguirla machacando o machacar al físico tras un cierto estrés mental puede ser peor aún. Y luego la familia y amistades. Que no por ser lo último es lo menos importante. Compromisos de bodas, visitas, quedadas, comidas/cenas, detalles, salidas a un sitio y a otro… Momentos en los que puedes deshacerte parcialmente del día a día. Pequeñas desconexiones que coges con gusto, pero que, en ocasiones, saben a poco… Al menos, existen, así que hay que dar gracias por ello. En fin, qué voy a contaros que no sepáis, tanto si estáis en mi ámbito como en cualquier otro… Mucho ánimo y tratar de buscar la manera de disfrutar de lo que estemos haciendo. Así se hará más ameno. En mi caso, espero poder transmitir ese ímpetu a mis estudiantes y que disfrutemos, entre tod@s, de las clases. ¡Vamos a por ello!
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Texto enviado y publicado en Diario de Noticias de Navarra el 27/08/2018.
"Estimada/o estudiante: Espero que estés pasando un feliz verano y que hayas podido matricularte en el grado que deseabas. Con esta carta pretendo darte la bienvenida al mundo universitario, así como animarte en esta etapa, en la que te formarás como profesional. Según la RAE, una persona adulta, como tú, es quien “ha llegado a la plenitud de crecimiento o desarrollo” o que “ha alcanzado un cierto grado de perfección, es cultivada y experimentada”. Obviando el físico, en la universidad, como en cualquier centro educativo, nos interesa tu intelecto, así que a ello voy. Según la definición anterior, creo que ni yo mismo podría considerarme plenamente adulto. Y eso que hace algunos años que comencé la carrera. Pero en base a ella y con algo de experiencia adquirida, me gustaría transmitirte algunas reflexiones que creo que es importante que tengas presente. En primer lugar, llegar a la edad adulta implica adquirir responsabilidades. Cursando una titulación universitaria, asumes una gran responsabilidad que únicamente depende de ti. Todo lo que sabes ahora es la base para profundizar en tu grado. Todo lo que aprendas en él contribuirá enormemente a construir tu futuro. En la universidad tenemos la responsabilidad de darte las bases para que consigas un nivel profesional. Es tu responsabilidad demostrar que eres capaz de retener ese conocimiento y de aplicarlo a cualquier situación que se te plantee. Para ello, te pediremos que muestres actitud. No queremos que pases por las asignaturas “sin ton ni son” conformándote con el aprobado. Queremos ver todo el talento y el potencial que tienes dentro. En la universidad y tras ella no todo va a ser un camino de rosas y no siempre vas a encontrarte gente que te apoye en tus decisiones o en tu forma de pensar. Queremos que luches y que consigas unas competencias sociales y profesionales que te hagan imprescindible allá donde vayas. Sin embargo, sólo podremos ayudarte si tomas las riendas y te esfuerzas por comprender lo que queremos transmitirte. Deberás adquirir un alto grado de autonomía a la hora de estudiar. En este sentido, aprovecha las clases, asiste a las tutorías y planifícate bien para lograr el máximo rendimiento posible. Investiga, ve más allá, plantéate el porqué de las cosas… Danos la pelmada al profesorado, si es necesario. Y finalmente, disfruta. Sí, disfruta. Pero con cabeza. A lo largo del curso hay muchos fines de semana, puentes y vacaciones. Podrás irte de fiesta. Podrás hacer deporte, disfrutar de la familia y las amistades. Pero entre tanto, fórmate. Involúcrate en actividades universitarias. Trabaja en grupo, para que el aprendizaje sea más enriquecedor, a la vez que tejes tus verdaderas redes sociales. Te prometo que, al final, dentro de 4 - 6 años (grado – grado+máster), mirarás atrás y verás que todo ha merecido la pena. “Y lo sabes”. Gracias por tu tiempo. Que tengas un buen comienzo de carrera y un futuro prometedor. Ánimo y nos vemos en las clases. Uno de tus (posibles) profesores/as." Hace poco, una conversación con uno de nuestros egresados del grado + máster en telecomunicaciones me llevó a plantearme una serie de reflexiones acerca de la utilidad y lo que suponen, en nuestros días, las redes sociales. Una red social (en internet) es una interconexión virtual con todo aquello que se encuentre dentro de nuestro círculo de interés y relaciones personales. A través de las redes sociales podemos conseguir una mayor visualización en internet. La cuestión es que esta “mayor visualización” puede irnos bien o mal… Y esto entiendo que depende de nuestra predisposición a exponernos en público… Y cuánto estamos dispuestos a exponernos. Centro el tiro. En ocasiones, bien porque no conseguimos llegar a la gente de la manera que debiéramos; bien porque nuestros argumentos no se entienden adecuadamente; o bien porque hoy en día tenemos la posibilidad de decir lo que queramos y (aparentemente) salir impunes, las redes sociales pueden convertirse en nuestro enemigo público número 1 y nunca mejor dicho… “Haters”, “Trolls”, profesionales del insulto, de la crítica gratuíta, del opinar sin saber y del hablar por hablar, inundan las redes sociales con su habitual discurso positivo y de apoyo constructivo hacia la persona del/la afectad@ (nótese la ironía). Llegan, incluso, a opinar de cosas que no tienen nada que ver con el tema que se está tratando, hurgando en las heridas, como si no tuvieran nada mejor que hacer. Que digo yo que si no te gusta alguien o su forma de ser… ¿Para qué le sigues? Por otro lado, desde el punto de vista de la persona que publica cosas, creo que podemos usar las redes sociales para mostrar nuestras actividades y obtener una mayor visualización, pero tiene que haber un límite. No todo vale. No podemos publicar cualquier cosa y, en mi opinión, menos aún aquello que nos ponga en la calle. Con un poco de mala suerte, esa necesidad de reconocimiento social, exponiéndonos más de la cuenta, poniendo nuestra casa, incluso, a la vista de todo el mundo, nos acabará pasando factura. Esto no hace más que contribuir a ser el ojo de todas las críticas. ¿Buenas? Algunas… Pero sobre todo, malas. Nos podrá importar más o menos, pero recordemos que existe algo llamado privacidad, que en mi opinión debería de ser irrenunciable, y que a mucha gente se le olvida en cuanto suben determinadas opiniones, estados y/o fotos a las redes. Y claro, luego hay quejas. Creo que no deberíamos de llegar a determinados extremos, simplemente por un puñado de seguidores más o por tratar de imponer o si quiera explicar nuestro punto de vista sobre un tema. Por tanto, ante todo esto de las redes sociales y del postureo, se me ocurre una palabra: “templanza”. Las redes sociales son muy traicioneras y en general, la gente está en ellas para desahogarse y sacar todo lo peor de sí misma detrás de un avatar... Siempre vamos a tener alguien que no esté de acuerdo con lo que pensamos y que para tratar de hacer daño y desahogarse de su fuego interior, trata de hacer daño. Parece ser que hoy las cosas se pueden decir de manera gratuita usando unos pocos caracteres. Pienso que actitudes como esta son totalmente carentes de educación y no pueden quedar impunes ante la ley. Tenemos derecho a mantener una cierta dignidad, incluso si nuestra profesión consiste en mostrar lo bien que nos va. Recordemos que, hace tan sólo 10 años, las redes sociales no existían y la gente íbamos tan tranquila por la calle, cada quien con nuestras vidas y nuestras cosas. Hoy parece que hay que opinar sobre todo... Pues igual no debemos opinar de todo y sólo de aquello de lo que realmente tenemos conocimiento real…. E incluso cuidar los ámbitos en los que lo hacemos. En definitiva, que cada quien haga lo que quiera, pero que trate de exponerse únicamente con aquello con lo que esté dispuest@ a lidiar. Tenemos esa opción. Elijamos la que mejor nos convenga. Finalmente, una recomendación: “Nerve”, del año 2016. Una película acerca de lo sectarias que se pueden volver las redes sociales y de cuánto estamos dispuestos a hacer con tal de recibir más likes o seguidores. Tercer curso escolar ya, como Ayudante Doctor en la Universidad Pública de Navarra.
Cada vez el tiempo pasa más rápido. Hasta hace poco, había vuelto de vacaciones y costaba arrancar las primeras jornadas de trabajo allá por la tercera semana de julio. Desde entonces, un mes para ir preparando un par de artículos y actualizando los apuntes de las asignaturas que voy a impartir este curso. Me impuse la norma de únicamente acudir de mañanas, ya que bastantes jornadas partidas y horas extra hacemos durante el curso como para encima seguir con ese ritmo en verano. Aunque, como siempre, esta profesión requiere un poco más de tí y acabas haciendo alguna horilla de más por las tardes en casa… Casi sin comerlo ni beberlo, me planté en la tercera semana de agosto. Segunda parada por vacaciones para una breve desconexión del día a día. Afortunadamente, lo conseguí. Desde entonces, un sin parar. Tan sólo el primer lunes, nada más llegar al puesto de trabajo, 10 correos de los importantes. La carga de trabajo crece exponencialmente: comienzan las gestiones para los planes docentes, los consejos de departamento, las reuniones de investigación de grupo. Se reactivan todos los chats de colaboraciones. Las clases se llenan de estudiantes. En algunos casos, tanto, que sobrepasan el límite máximo y tienen que desdoblarse los grupos de prácticas. Si ocurre esto, tienes que duplicar tu presencia en la universidad. A todo esto, siempre hay un reto académico que te planteas, para mejorar tus posibilidades de cara al futuro. Este año tocaría alcanzar el mínimo de horas de docencia y el mínimo de publicaciones para conseguir una acreditación superior, así como alcanzar un nivel más en idiomas. No da lugar a bajar el ritmo, pero también hay que vivir… Intentaremos hacerlo lo mejor posible. Después de esto, que es lo que te da de comer, toca buscar tiempo para ti y l@s tuy@s. Comida, aficiones y deporte. A lo primero, no queda otra que dedicarle tiempo, porque si no, no te da para nada de todo lo demás. A lo segundo y tercero, tratas de no dejarlo de lado, porque si no acabas eliminándolo. Y en ocasiones, acabas eliminándolo. Porque, a veces, la cabeza acaba tan saturada que seguirla machacando o machacar al físico tras un cierto estrés mental puede ser peor aún. Y luego la familia y amistades. Que no por ser lo último es lo menos importante. Compromisos de bodas, visitas, quedadas, comidas/cenas, detalles, salidas a un sitio y a otro… Momentos en los que puedes deshacerte parcialmente del día a día. Pequeñas desconexiones que coges con gusto, pero que, en ocasiones, saben a poco… Al menos, existen, así que hay que dar gracias por ello. En fin, qué voy a contaros que no sepáis, tanto si estáis en mi ámbito como en cualquier otro… Mucho ánimo y tratar de buscar la manera de disfrutar de lo que estemos haciendo. Así se hará más ameno. En mi caso, espero poder transmitir ese ímpetu a mis estudiantes y que disfrutemos, entre tod@s, de las clases. ¡Vamos a por ello! La luz juega un papel fundamental en nuestra vida diaria y se ha convertido en una herramienta importante para satisfacer las necesidades de nuestro mundo en el siglo XXI. Las tecnologías basadas en la luz mejoran nuestra salud, dan seguridad, proporcionan energía sostenible, permiten exploraciones espaciales, adelantan opciones de iluminación en áreas rurales, permiten la comunicación a través de Internet… Vamos, de tó. La luz es parte del espectro de radiación electromagnética (ver Figura 1) y es una forma de energía. Normalmente consideramos que la luz es la parte visible del espectro. Sin embargo, en física, la luz se puede definir como todas las partes de la escala electromagnética, incluidas las formas invisibles como el infrarrojo, el ultravioleta, los rayos X y gamma, las ondas de radio y más. Y es que todo obedece a la llamada “ecuación de onda” y a las leyes de Maxwell, que por cierto, podréis quedaros embelesad@s visualizando su belleza aquí. Lo que quizás no está tan claro es que la luz, como onda, y buscando la mayor simplicidad posible, responde a un comportamiento senoidal que nos recuerda al movimiento armónico simple (MAS) cuando lo dábamos en ESO, BUP/COU, bachillerato y primeros cursos de la formación superior. La peculiaridad es que esta onda es doble, ya que consta, como toda onda electromagnética, de dos componentes: la eléctrica y la magnética, una en el plano vertical y otra en el plano horizontal, ambas propagándose sincronizadas por el espacio (ver Figura 2). Una onda electromagnética, como cualquier onda o movimiento armónico simple, viene definida por una amplitud, una frecuencia y una fase. La amplitud viene a decirnos cuán grande es la oscilación (valor máximo de la onda). La fase viene a ser cuán retrasada o adelantada está la onda respecto a un punto de referencia. Ahora bien, lo que realmente interesa de las ondas es su frecuencia, la cual está íntimamente relacionada con su longitud de onda y con la energía que la onda transporta.
En definitiva, ahora cada vez que veamos una luz en cualquiera de sus expresiones, podemos imaginarnos un montón de ondas senoidales desplazándose por todos lados, No nos volvamos locos! Afortunadamente no podemos ver con tanto detalle… Esta semana os traigo una entrada diferente, pero que explica el porqué de todo lo que hago/hacemos los científicos. Viene a raíz de visualizar los siguientes vídeos (I y II) de los científicos y divulgadores Javier Santaolalla y Eduardo Sáenz de Cabezón, que se dieron a conocer a través del concurso de monólogos científicos Famelab y que han estado cruzando todo el país en una furgoneta con “The Big Van Theory” para transmitir lo que hacen a la sociedad de una manera amena y divertida. Y es que el arte, la literatura, la poesía, la arquitectura de las edificaciones con el paso de los tiempos… Son ejemplos de cosas bellas y que se asocian con el mundo de la creatividad, la cultura, las letras incluso, si me lo permitís… Es fácil asociar las letras y las artes a lo bello, con independencia de nuestros gustos. Bueno, pues en ciencia también existe esta belleza y esa generación de emociones. Recuerdo cuando presentamos el libro “Destellos de Luz”. En un momento dado de la presentación y, probablemente, fruto de la tensión de los días pasados, cuando después de las píldoras científicas pasamos a ver lo inmenso del Universo (a cargo del Planetario de Pamplona), no pude evitar emocionarme. Por supuesto por todo lo vivido hasta entonces, que al final por algún lado tenía que salir. Pero también porque lo hicimos muy bonito. Conseguimos abstraernos de nuestro día a día y transmitir a la gente lo que hacíamos con pasión. Y yo creo que la gente salió de la sala del planetario queriendo un poco más la ciencia. Haciéndola suya. Lástima que no hubiera un vídeo, en aquel momento, de la presentación. Pero os podemos asegurar que fue mágico. Y es que sí, la ciencia, la tecnología tienen cosas bonitas y artísticas. Pero es diferente. No es algo que veas a simple vista, como puede ser un cuadro, una construcción, un decorado hecho a conciencia o una escultura, así sea de arena, en la playa. Es una belleza más progresiva y práctica. Es el resultado de semanas, meses, años… de esfuerzo, plasmados en un momento que ves que todo lo que has hecho para llegar al objetivo se cumple. Una sensación muy similar a cuando de enanos sacábamos un 10 en un examen, o cuando te llegaba tu primer ratoncito Pérez o un regalo muy esperado en Reyes. ![]() Durante la tesis recuerdo que el mejor momento era cuando, después de estar días y días trabajando sin que saliera algo 100% bien, de repente se juntaban todos los astros y salía. Y volvía a salir. Y se repetía. Habíamos dado con la clave. Habíamos hecho un buen trabajo. Un auténtico EUREKA!! Y probablemente eso daría para una nueva publicación de la que sentirnos orgullosos. Y así era artículo tras artículo. Siempre pidiendo más y yendo a por el siguiente objetivo. Con ambición. Con curiosidad. Hoy en día, al haber pasado a la docencia, la sensación es diferente, pero la alegría es muy similar, ya que más tarde o más temprano, nuestro alumnado consigue realizar lo que les proponemos y con creces. Y más si consiguen publicar, porque así ven que su trabajo tiene recompensa.
Uno de ellos podría haber sido, tranquilamente, el comprender las ecuaciones de Maxwell en 4º de carrera, y todo el trabajo de los grandes científicos del electromagnetismo y cómo, desde entonces, hemos sido capaces de conseguir la radio, la televisión, los móviles… Es un sentimiento de trabajo bien hecho. De reconocer que con los años la ciencia ha avanzado y que gracias a aquellos que predijeron lo que pasaba, ahora somos capaces de hacer cosas grandes y que estas cosas pueden dar lugar a descubrimientos futuros que nos permitan seguir evolucionando como personas y como especie. Insisto: no es algo visual en lo que poder quedarte embelesado mirando todo el rato lo bonito que es. Se trata de algo interior. Cada quien en su foro interno, pero que te hace estar muy a gusto con la sensación de que estás continuando con el legado de un buen trabajo y que tratas de hacer lo mismo con lo que tienes entre manos. Y si no, pensadlo por un momento. En la época de Faraday, Lenz, Maxwell y compañía… No había más que, o bien telégrafos, o unas pocas líneas telefónicas por el campo o incluso nada, y por ello había que mandarse los mensajes por correo o viajando cada quien por su cuenta. El descubrimiento de las leyes del electromagnetismo propició el que hoy podamos conversar a miles de kilómetros de distancia, o que, a pesar de ella, podamos vernos en una pantalla de un teléfono como si estuviéramos al lado. Para mí esto es muy bonito y demuestra que también se puede aplicar este tipo de calificativos a la ciencia, cuando se descubren cosas. Y si no, mirad las imágenes que os muestro en el siguiente carrusel. No me digáis que, sabiendo un poco de ciencia, no es incluso más bonito de lo que parece a simple vista. La ciencia es bella, ¡creedme! Tan sólo hay que practicarla más a menudo, transmitirla a nuestros menores y darse tiempo para asimilarla. Lo demás es curiosear, experimentar y sacar conclusiones para seguir dando pasos. Quienes mantengáis vivo ese espíritu con el tiempo, por favor, intentad seguir adict@s a esa sensación.
El pasado 18 de mayo tuve la oportunidad de representar a la UPNA en una “Jornada sobre Impresión Aditiva en el Sector Salud”, enmarcada en la Cátedra Industria 4.0 del Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Navarra (CITI) en colaboración con la propia universidad y el Cluster Functional Print.
La idea de la ponencia fue comentar la adecuación de las técnicas de impresión 3D (oficialmente, se le llama “fabricación aditiva”, para no saturar el nombre) en el desarrollo de biosensores. A priori, no tiene nada que ver el tema de impresión 3D con los biosensores, ya que la impresión 3D en medicina está más enfocada al desarrollo y biocompatibilización de prótesis, de manera que podamos obtener una mejor funcionalidad de los pacientes. Sin embargo, “adaptando”, como dice el título de esta entrada, la impresión 3D a su versión molecular o atómica, es decir, la nanotecnología, sí que es posible encontrar procesos en los que encontramos una adición de materiales e incluso una “impresión” de los mismos sobre la cual trabajar para diseñar biosensores. A continuación os paso la presentación que preparé para la ponencia. Posiblemente os suenen las primeras 14 diapositivas, porque se trata siempre de lo mismo: el diseño de biosensores basados en fibra óptica. Pero a partir de ahí, la cosa cambia. La transparencia 15 es la manera que tendríamos de adaptar las técnicas de impresión 3D al diseño de biosensores sobre fibra. En realidad, lo que hacemos los que nos dedicamos a esto es una parte de un tipo de tecnología que Cusano y los suyos, en Italia, han denominado muy bien “lab-on-fiber” (laboratorio en la fibra). Y es que se trata de coger una fibra óptica y hacerle todo tipo de tratamientos, bien en la punta, bien por dentro o bien alrededor, de manera que consigamos una “impresión 3D” nanotecnológica, bien de la propia fibra o bien de materiales depositados sobre ella. La idea es construir un auténtico laboratorio nanotecnológico en la superficie de la fibra, dedicado a detectar marcadores que nos digan qué enfermedad tenemos o en qué estadío de la misma estamos.
A continuación os dejo unas pocas imágenes chulas de lo que se está haciendo hoy sobre esta tecnología de “impresión 3D” en biosensores. Fijáos en las escalas de las imágenes, porque es algo prácticamente inimaginable lo que estamos consiguiendo gracias a las posibilidades tecnológicas.
Desde hace medio año, la Unidad de Cultura Científica de la UPNA junto con su responsable de Divulgación Científica, mi compañero de departamento Joaquín Sevilla Moróder, están fomentando esta iniciativa, que considero bastante necesaria. En nuestro día a día, quienes trabajamos en el mundo de la ciencia y la investigación tendemos a usar tecnicismos demasiado específicos para nuestras diferentes ramas de trabajo, pero que no le suenan a nadie más que a quienes, como nosotros, y a nivel internacional, entienden de nuestro tema en concreto. A nadie de la calle y ni siquiera, en muchas ocasiones, a nuestros mismos compañeros del grupo de investigación, se les ocurriría aproximarse a nuestras conversaciones para entender lo que estamos hablando. Es por esto que quienes trabajamos en ciencia tenemos que bajar a la Tierra y, precisamente, traducir aquello en lo que estamos trabajando para hacerlo más inteligible para la gente poco especializada. En definitiva, como se suele decir: “hablar en cristiano”, que mucha falta nos hace. Muchas veces comparo esta situación de “poca conexión” entre lo que hacemos l@s científic@s y el resto de la gente con la conferencia de Steve Jobs con la que anunció el primer iPhone de la historia y que fue muy reveladora: si los comerciales de la compañía o el propio Jobs se hubieran puesto a describir en qué consistía este teléfono por dentro, no los hubiera entendido nadie, por muy útil que fuera el invento: software, hardware, circuitos electrónicos, procesamiento de señales, imagen y audio, protocolos de correo electrónico y conexiones a internet… Sin embargo, Jobs fue muy divulgativo en sus explicaciones e incluso hizo que la gente sintiera que quería tener un iPhone a toda costa. Prueba de ello es que llevamos 10 años de dependencia casi literal a la hora de tratar con estos dispositivos, bien en formato Apple o bien usando cualquier otro sistema operativo. Esa capacidad de abstracción sobre lo que estamos haciendo y de hacerlo fácil y útil, es lo que puede hacer que la gente entienda la necesidad de invertir más en I+D y el porqué de nuestras trifulcas con el gobierno. Es por ello que, comenzando por ayer mismo, y durante una serie de varios capítulos, que ya veremos cuántos son, me he animado a escribir unas pocas contribuciones sencillas que hablen de lo que estoy realizando actualmente en mis investigaciones. Y puesto que la mayoría de ellas están relacionadas con el uso de fibra óptica para aplicaciones biomédicas, me he propuesto llamarlas “Salvad@s por la fibra”. En este enlace tenéis la primera. Espero que os guste y que sigáis leyendo las siguientes. Las iré anunciando a través de las redes.
Tras un curso intenso llega el momento de disfrutar de las fiestas de San Fermín y de unas buenas vacaciones.
En esta ocasión, os escribo para desearos un feliz final de #SanFermin, ya que las fiestas comenzaron hace una semana y ha sido un no parar desde entonces. Uno de los momentos curiosos fue un paseo por la calle Carlos III, céntrica donde las haya, donde pude tomar una foto chula de un poste científico al lado del monumento al #NoesNo, y que se refleja aquí: https://www.instagram.com/p/Bk-nsIuHi3j/?utm_source=ig_share_sheet&igshid=tuwl8qyj12fw Finalmente comentaros que este año tocarán las vacaciones en determinado lugar de la geografía peninsular y que contiene el curioso letrero que os muestro a la entrada de uno de sus bares. Alguien se atreve a acertarlo? Prometo subir fotos a través de las redes! Nos seguimos leyendo, que habrá cosicas que contar en breve. Saludos y #YaQuedaMenos!
Me gustó, especialmente, por la forma en la que la ponencia fue evolucionando. Muchas veces nos preguntamos de qué va esto de innovar en la forma de dar las clases, pero también es verdad que a veces los propios profesores nos damos cuenta de que el ritmo de la clase no es bueno y que hay que romper con el ambiente que nos encontramos para hacerlo más ameno. Y esto necesita un poco de creatividad. No se trata de ponernos a contar chistes, pero sí buscar la manera de romper un poco con la tendencia creada. En ello estamos…
Y por cierto, también esto puede aplicarse a diferentes aspectos de nuestra vida, siempre que detectemos que estamos entrando en rutina. |
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